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Johnny Torres Rivera El Parque Luis Muñoz
Rivera, situado en Puerta de Tierra, justo en la entrada a la
isleta de San Juan es el más histórico de los parques
administrados por la Compañía de Parques Nacionales. Lleva el
nombre de uno de los más ilustres próceres puertorriqueños.
Ocupa una extensión de 27 cuerdas. Su origen data del 1918 según
la trascripción del siguiente documento: El sector este de la isleta, comprendido entre el puente de San
Antonio y la segunda línea de defensa mantuvo una subdivisión
parcelaria completamente distinta al resto de la isleta durante
la dominación española, ya que estaba bajo el control de los
militares. Los terrenos donde está ubicado el parque
fueron una posición militar estratégica clave para la defensa de
San Juan durante los días de Puerto Rico como colonia española.
El parque tendió un puente sobre las tres fortalezas - EL Morro,
San Cristóbal y San Jerónimo que protegían la isleta de San
Juan. El área formó parte de la Segunda Línea de Defensa que
protegió y logró evitar que San Juan cayera a los invasores por
vía terrestre durante los 400 años de la ocupación española en
Puerto Rico. En sus predios tanto el gobierno español como el
estadounidense mantuvieron un área para ejercicios militares y
un campo de tiro. Luego de la Guerra Hispanoamericana de 1898 y mediante la firma
del Tratado de París, los terrenos localizados en Puerta de
Tierra fueron transferidos por la Corona Española al gobierno de
los Estados Unidos.
Predominaron en el norte del sector los usos institucionales que
requerían espacios más extensos. Se ubicaron en este lugar las
sucesivas Ferias Insulares, un hipódromo, un aeropuerto y un
parque de pelota. En 1918, pasaron al Municipio de San Juan.
El Parque cuenta actualmente con una extensión de 27 cuerdas,
aunque en sus orígenes estaban también integrados al área los
terrenos del actual Parque del Tercer Milenio.
Originalmente, se plantó una variedad de árboles de caoba, de úcar y de laurel de la india (Ficus microcarpa). Se construyó, además, una serie de jardines y arbolarios; estructuras que todavía hoy podemos apreciar. Resultan por demás curiosas las estructuras creadas por el artesano Víctor Cott. Utilizando la técnica del concreto moldeado sobre una armazón de varillas de acero y tela metálica construyó kioskos, pérgolas y bancos rústicos que semejan estar hechos de madera fosilizada. Se incluyeron también fuentes de agua sobre cuya superficie flotaban y destacaban las hojas y las flores de loto, además de una pequeña fuente de estilo español . De otra clase de fuentes, las de agua potable, brotaba un chorrito contínuo para calmar la sed de los visitantes. En los predios del parque está situado El Polvorín, una sólida y masiva estructura que data del 1769 y formó parte integral de las defensas, donde se almacenaban los barriles de pólvora y municiones para el Fuerte San Jerónimo y la Batería del Escambrón. En 1935, El Polvorín fue utilizado como museo de historia natural y en 1945 sirvió como parque zoológico. En el extremo oriental se encontraba un foso donde se exhibían un par de cocodrilos, que dormitaban eternamente. La edificación en la actualidad alberga un centro para exhibiciones artísticas. Cerca de El Polvorín, el parque contó hasta mediados del siglo XX con un centro de diversiones. Tenía un restaurante con barra, pista de baile y un local de juegos mecánicos de entretenimiento. Hacia el Norte quedaba el área de juegos para niños, con columpios, chorreras, sube-y-baja, y estructuras para gimnasia. Había también un palomar, donde anidaban decenas de palomas. Hacia el sur encontrábamos el local para diversión de "los carritos locos". Estos eran unos pequeños autos movidos por energía eléctrica. El piso era metálico y servía como polo negativo. De la parte posterior de los carritos se extendía hacia arriba una vara flexible que hacía contacto con una malla metálica colocada en el techo. Éste era el polo positivo. Resultaba impresionante observar las chispas que producían los arcos eléctricos en las ruedas de acero y el contacto en el techo. (J. Torres) Al lado del área de diversiones para niños había una gran fuente de agua de forma circular y poca profundidad. Durante los fines de semana los chiquitines la utilizaban como piscina. Este parque sería el primero de gran escala en San Juan. El diseño propuso la alineación de una nueva avenida este-oeste al norte del parque. Esta nueva vía se extendió posteriormente a lo largo de toda la isleta y se nombró avenida Luis Muñoz Rivera.
En 1956, el edificio de la Corte Suprema fue inaugurado en el extremo oriental del Parque Muñoz Rivera, donde estuvieron anteriormente situadas las instalaciones de la PRRA. El diseño de los arquitectos Osvaldo Toro y Miguel Ferrer colocó el edificio en eje con el Parque Muñoz Rivera En el extremo Oeste del parque se encuentra el Pabellón de la Paz,
construido en el 1988. En una Resolución Conjunta del Senado, se
asignaron $1.6 millones. Dicha obra debía ser realizada en
hierro fundido mediante técnicas especializadas fuera del país. El lugar está abierto el aire libre con capacidad para 1,500 personas.
Su ubicación, en el extremo del eje principal, crea una imagen
de un centro comercial, con el pabellón como el característica
dominante. Sin embargo, su altura, bajo nivel y la ausencia de
paredes cerradas y sin luz ayudan a mantener una sensación de apertura , es decir, no intrusiva para el conjunto
total de diseño del parque . El pabellón fue diseñado por los arquitectos Joaquín
Ibáñez Montoya, Maryan Álvarez Builla y Mario A. Corsino. Es utilizado para actividades sociales, cívicas, culturales, educacionales y recreativas.
De 1974 a 1975, el arquitecto Orval Sifontes diseñó un plan maestro para el Parque Luis Muñoz Rivera. El alcance del plan maestro abarcaba: los árboles y el inventario de los bancos, la reparación de daños en bancos y aceras, el estacionamientos alrededor de la fuente central fue eliminado y sustituido por áreas de siembra. Una zona de estacionamientos más pequeños se construyó (en las intervenciones posteriores se eliminó), una subestación eléctrica oculta bajo un montículo de tierra, un plan de distribución de alumbrado se llevó a cabo, y la actual zona de campo de juego fue rediseñada. El área de de juego incluía un montículo con escalera de adoquines y una chorrera, una sección de columpios, escaleras, postes para escalada (de acero inoxidable y madera), una caja de arena, y un sube y baja de madera. Con el paso de los años el parque fue deteriorándose y el 18 de septiembre de 1989 sufrió los estragos causados por el Huracán Hugo. En 1990, el arquitecto Otto Octavio Reyes preparó un otro Plan Maestro para la restauración y desarrollo del Parque. El Banco de Ponce asumió la responsabilidad de restaurar el parque en una acción cívica de colaboración con el Gobierno. Para esta fecha fueron restaurados los viejos patrones de cerámica del piso. Todos los murales del Parque Muñoz Rivera fueron hechos por José M. Flores Meléndez. Los 37 murales en mosaico veneciano recibieron un premio a nivel de Latinoamérica y Suramérica (a nivel de mural en pavimento). Como parte de la última remodelación -de varias que ha tenido el Parque- en el año 2001 se llevó a cabo un inventario de árboles y un Plan de Manejo que incluyó un proceso de análisis de las condiciones en que se encontraban los mismos. Como dato importante, el inventario reflejó una cantidad de 948 árboles pertenecientes a 53 especies diferentes, estimándose que cerca de 220 árboles necesitaban atención urgente. Se recomendó, además, la remoción de 29 de ellos y se concluyó que el 100% de los árboles y palmas necesitaba algún tipo de manejo.
Entre el 1990 al 1992
un importante proyecto de renovación incluyó la
construcción de El Mirador, que
vino a ser una terraza abierta con balcón y
la adición de un nuevo café en el techo de el edificio existente
de la administración del parque . Esta
edificación fue construida en
el 1939. Era una larga estructura de hormigón construida a lo
largo de la cara exterior del perímetro norte, contigua al
edificio del Polvorín. El diseño original de la porción central
de la fachada consistía de tres aberturas arqueadas, rodeadas
por un marco rústico de concreto que simulaba troncos de madera,
previamente diseñado por Víctor Cott. Este edificio conecta con
el puente peatonal que lleva a la playa del Escambrón. Según Ariana M. Cintrón
"El edificio está basado en el principio fundamental de la
asimetría y la naturaleza. La forma misma de la parte posterior
del lugar que representa un lagarto gigante. El lagarto gigante
tiene un revestimiento en módulos de piedra, cuyo engranaje con
el resto de la arquitectura transita visualmente por la
configuración del piso. Éste le alcanza partiendo de escaleras
hechas en mosaico de lajas de piedra que descienden del lomo del
lagarto hasta colindar con el otro lado de la arquitectura. Los
escalones aluden a las olas del mar con sus formas redondas y
desiguales. El otro lado de la estructura contiene las arcadas
de la arquitectura colonial característica de las edificaciones
militares de San Juan. Esta parte coincide con el estilo de la
parte anterior del Parque que tiene un centro de actividades.
Asimismo, ambos estilos arquitectónicos armonizan encontrándose
en los patrones de piso del lugar que consisten de piedras de
río parecidas en color y forma pero diferenciadas en tamaño".
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