A empatar la pelea como sea

Sabado, 25 de Octubre de 2008 El Nuevo Día 
Por Cynthia López Cabán
 

Suben los clientes del Salvation Army ante la crisis económica que afecta al País.



Sonia Rankin observa con ojo crítico un fino abrigo en piel de zorro, el cual finalmente compró por unos $30. Su precio original pudo rondar los $400.(Tito Guzmán)

Paloma Morales llegó en busca de cosas “funky”. José y Argentina de Jesús arribaron en busca de un mueble para la casa, mientras que Cynthia Otero y sus hijos Juan, Gilberto y Luis buscaban abrigos para un viaje.

Ninguno se conoce, pero comparten la misma experiencia: ayer visitaron la Econotienda del Salvation Army en Puerta Tierra, por primera vez, motivados por la actual crisis económica.

“Cuando preguntaba a mis amigas de dónde era su ropa me decían que era de aquí. Así que ahora que la cosa está mala me animé a venir”, afirmó Morales, una estudiante de la Escuela de Artes Plásticas de San Juan.

La joven sanjuanera se probaba una blusa, al tiempo que Otero y sus hijos escarbaban en el área de los abrigos.

“Hay que economizar al máximo”, apuntó Otero, de Vega Baja, quien aprovechó una parada en el Departamento de Hacienda para escudriñar la tienda.

Explicó que en diciembre viajará a Nueva Jersey con sus hijos para pasar la Navidad con su esposo, que por razones de trabajo se encuentra en ese estado.

En la parte posterior de la tienda, José y Argentina, de Santurce, caminaban entre los muebles. “La cosa está dura y hay que estirar el dólar”, apuntó José, un empleado de la construcción que lleva 10 días sin trabajar.

No son los únicos. Con la crisis, las ventas en esta tienda de artículos de segunda mano subieron en un 75%, indicó Anabelle García, directora de desarrollo y de relaciones con la comunidad del Salvation Army.

El economista José Villamil no pudo precisar si este aumento de clientes obedece a una nueva tendencia debido a la precariedad económica, pero señaló que la “hipótesis” puede ser correcta.

Dijo que no sólo se trata de comprar artículos usados, sino que la gente está vendiendo las cosas que no utiliza para generar ingresos adicionales, que no son tributables. Los sitios de subasta en la internet y las ventas de marquesina (garage sales) son dos nuevos canales que cobran popularidad, según Villamil.

El culto al “Salvi Store”
A la tienda también llegan personas que postulan una ideología de armonía con el ambiente y el reciclaje. “Creo en el reúso”, afirmó Eliza Sánchez Torres, mientras sostiene dos faldas que escogió de un estante cercano. Cada pieza (ambas de marcas reconocidas) tiene un valor de $5. La activista ambiental, que llegó al lugar con su perro Bracho, indicó que visita la tienda con frecuencia. A veces entra a comprar y, en otras ocasiones, a donar ropa y muebles. Estas excursiones frecuentes a “Salvi Store”, como bautizó el recinto, rinden fruto. En una ocasión, Sánchez consiguió una colección de música clásica en discos de pasta y un “boogie board” (una tabla para romper olas).


Tráfico pesado
Son las 12 del mediodía y la tienda está repleta de gente. Caminan por el amplio recinto empleados de gobierno que trabajan en el área, mujeres y hombres que llegan seducidos por la posibilidad de descubrir algún tesoro.

Cerca de los abrigos, Sonia Rankin Bengall, una británica que reside en la Isla hace 13 años, revisa una prenda que capturó su atención: un abrigo de piel de zorro “original”.

“Aquí la gente no recicla, no reúsa”, soltó en inglés. Comentó que heredó la pasión por el reciclaje de sus ancestros, que se enfrentaron a la guerra, a la escasez. “Vengo todas las semanas en busca de ropa, que luego desarmo y rearmo”, explicó la mujer, que también dona ropa. Recientemente compró un traje de novias por $10, que luego transformó en el atuendo que su hija, una estudiante de Baldwin, usó en una obra escolar. Ahora su próximo proyecto consiste en renovar el abrigo de piel de zorro para su hija, quien podrá usar la pieza cuando la familia viaje a Nueva York.

La tienda, que abre sus puertas de lunes a sábado, no tiene aire acondicionado, ni lujos. El dinero de las ventas se utiliza para sufragar los proyectos del Salvation Army, como su albergue para deambulantes, y otro hogar de rehabilitación para adictos a las drogas y el alcohol.
 

 


Además las personas están vendiendo las cosas que no utiliza para generar ingresos adicionales.(Tito Guzmán)