Curet Alonso y Joe Quijano 50 años después

lunes, 5 de septiembre de 2011

Por:  Por Irvin García/Claridad


Valdría la pena viajar en el tiempo y trasladarnos al año 1959 para ser testigos del momento en que Tite Curet Alonso le entregaba a la mano del músico Joe Quijano un puñado de canciones para que el último hiciera con ellas lo que quisiera. Estamos en las postrimerías de la década que conformaría el barrio más grande de la nación puertorriqueña al sur del Bronx en la ciudad de Nueva York. Es la década también en que los músicos nuestros se han insertado en el circuito musical de la gran ciudad brillando con luz propia y amasando la harina del costal que alimentará la expresión musical caribeña de más impacto en el Siglo XX, la “salsa”. Son los tiempos en que la ‘TRANCA” (Transcaribbean Airways) iniciaba el puente aéreo que transportaba de ida y vuelta a los boricuas entre la Isla y los nuevayores y, con ellos, los músicos, la música y las ganas de bailar. Si paramos las orejas vamos a notar que suenan conjuntos de combinación de flauta con violines y sección rítmica. Si nos tiramos a caminar por la 116 en la gran urbe o cruzamos el barrio Puerta de Tierra en la isleta de San Juan vamos a notar “la peste” que ha dejado la Charanga cubana de Fajardo. De pronto la Charanga se convierte en el vehículo musical que los músicos que transitan por el puente aéreo quieren conducir y, por supuesto, modificar. Si adelantamos la mirada en la línea del tiempo lograríamos ser testigos del bautismo del ritmo que tocaban los conjuntos con formato de Charanga con el nombre de Pachanga. En ese moméntum es que vamos a encontrar al pianista, percusionista, vocalista y director musical Joe Quijano, en plena Pachanga.

Para la fecha en que Curet le concede el puñado de canciones a Quijano, ya el último había dado sus primeras corridas de una larga carrera con el Conjunto Cachana por los salones de baile neoyorquinos. Con presencia en el ambiente musical y atento a las corrientes musicales de su momento, Quijano no escapa a la fuerza del ritmo de los conjuntos de Charanga y para la fecha que nos interesa a usted y a mí, 1959, ya Quijano había grabado su primer sencillo con las canciones Pachanga en Changa y Rumba de Navidad. Un año después Joe, José de nacimiento pero allá en “New Yol” ya usted sabe, grabaría un Long Playing (LP) titulado La Pachanga se baila así que se convertiría en un clásico del género. Así nos encontramos de frente con un Curet Alonso, asomando sus ojitos saltones a un reino que en el futuro cercano sería suyo, y con un Joe Quijano que ya se paseaba cómodo, de punta en blanco, con las manos llenas de Pachangas que moverían el esqueleto de miles de bailadores. De momento usted y yo nos miramos haciéndonos ingenuamente la misma pregunta: ¿Cuántas de las canciones que entregó Curet eran Pachangas? Sin palabras afirmamos la misma contestación, ninguna.

No es hasta 1965, luego de pasado el furor de las Charangas y Pachangas, cuando comienzan a asomar otras preferencias musicales en los bailadores que Quijano toma una de las canciones regaladas por Curet y le da presencia discográfica. Se trata de el guaguancó Efectivamente, canción que, aseguran muchos cabezones musicofílicos, fue la primera que el público escuchó del entonces desconocido Catalino Curet. Más tarde Quijano grabaría otras composiciones de Curet que desconozco si se encontraban en el ramillete que les he mencionado. Los años que cierran la segunda mitad de la década de 1960 se encargan de bifurcar los caminos de estos dos artistas para volverlos a juntar en la primera década del Siglo XXI.

A Tite su talento de compositor le explotó con el éxito de las interpretaciones que hizo La Lupe de varias de sus canciones. De allí en adelante sumarían más de dos mil las inspiraciones de Curet Alonso que impactarían múltiples géneros de nuestra música popular. Quijano por su parte hizo carrera como músico, director musical, productor de discos, pero sobre todo cultivó una forma de hacer música, un estilo sin elegante y sin estridencias que lo distinguió por más de 50 años de carrera. Ese mismo estilo es el que engalana la grabación de un puñado de las canciones que Curet le regaló en 1959.

El álbum 50 años después: Lo inédito de Tite Curet Alonso es una grabación a la que fueron invitados muchos de los cantantes que hicieron fama con las canciones de Curet, pero todos declinaron. Las razones son desconocidas para este curita pero lo que sí es de conocimiento propio es que la ausencia de los famosos no les quita mérito a las canciones de Curet, al estilo elegante de Quijano, ni a los arreglos y conceptos musicales de Luis “Perico” Ortiz. La veteranía de las voces de Paquito Guzmán, Van Lester, Harry Fraticelli y el propio Joe Quijano dan y sobran para dar vida a unas canciones donde podemos percibir la genialidad, como una veta de mina sin explotar, de nuestro Tite. Detrás de títulos como El Pastizal, Melodía, Rumores, Mamá dile a ese hombre, Sonriendo fue, Nube Negra y Solo resuenan los títulos posteriores que escribirían la historia de la salsa. De bono Quijano nos ofrece una versión de aquella primera canción que grabó de Curet, Efectivamente.

Esta es una grabación obligada para conocer a cabalidad la obra de Curet Alonso. Lamentablemente, además del silencio que impuso ASEMLA, por años, de la música de Tite en la radio, las emisoras llamadas a tocar esta música se han negado a incluirla en su programación a pesar de que la calidad y el contenido de la producción compite favorablemente con el resto de la programación. Le invito a conocer los pininos de este gigante, para darnos cuenta que desde entonces, ya era grande.