Ejercicios curativos en El Escambrón

domingo, 5 de julio de 2009
Por Mildred Rivera Marrero/ Primera Hora
 
Son una mezcla de terapia y excusa para pasarla bien entre amigos.


 



La instructora Yolanda Matías (estrema derecha) imparte instrucciones durante una sesión de aeróbicos en la mañana de ayer. Foto: Christopher Gregory

"¡EL CUERPO ME PIDE REVOLÚ! ¡El cuerpo me pide revolú!"
Ese ira el "mantra" repetido por 11 mujeres y un hombre metidos hasta los hombros en un área del balneario El Escambrón, en Puerta de Tierra, mientras se balanceaban de lado a lado tratando de tocar una rodilla con el codo del mismo lado.
Como todos los sábados y domingos, cuando se juntan a partir de las 9:30 a.m., formaban un círculo, al tiempo que seguían a la instructora Yolanda Matías en la rutina de acuaeróbicos. A los ojos de alguien que no está dentro del agua, podrían parecer repeticiones sencillas.
Pero adentro, donde el vaivén del agua no permite que uno se mantenga por mucho tiempo en un mismo punto, el cuerpo tiene que luchar para lograr la postura adecuada. Imagine tratar de sentarse (squats) y mantenerse en el mismo lugar para repetir el ejercicio mientras el agua playera lucha en su contra. Y, a eso, añádale tener que sortear las piedras del suelo que pueden lastimar la planta de sus pies si no utiliza calzado apropiado para el agua.
"¡Piso, piso, piso, patada!", dice Matías e invita a los demás a repetir esas instrucciones, uno por uno. Y lo hacen, entre risas, concentrados, y luchando con el agua. Se concentran tanto en su dinámica que pareciera que no hay nadie más en el lugar, aunque ayer, particularmente, el público que quiso celebrar el 4 de julio abarrotó el lugar.

"¡Oye, pero no hicimos la sirenita, ni la mariposa, ni la marioneta!", interrumpe José "Cheo" Rodríguez. "Ni el ángel", le hace coro, Graciela Mercado. A esos reclamos responde la instructora, luego de terminar con "la tijera bota" un ejercicio en el que flotan boca arriba y mueven sus piernas, abriendo y cerrando.

MEDICINA ANTI DEPRESIÓN
Y es que algunos nombres de ejercicios tienen el mismo carácter de diversión que se disfruta durante gran parte de la clase, que Rodríguez describe como "medicina que no se toma".
El hombre de mediana edad se integró al grupo, en el que se pagan $5 por clase, . en medio de un proceso de depresión provocado por su divorcio. "A mí me gusta porque son ejercicios que no tienen impacto. Es una forma placentera de hacer ejercicios. Trabajamos con la resistencia del agua", afirmó Rodríguez, quien aseguró que la rutina es excelente como terapia anti depresión.
Mercado, maestra y propietaria de una escuela que usa el método Mon-tesori, dijo que siempre había caminado pero se unió al grupo hace dos años cuando su médico le recomendó ejercitarse más continuamente como parte de su tratamiento contra el cáncer.
"Siempre me ha gustado la playa. Ha sido la mejor forma de hacer ejercicio. Esto es una forma de dejar atrás situaciones y problemas", declaró.
El grupo no sólo se reúne allí sino que hace actividades especiales, como spa de barro, y se ayudan con sus problemas por lo cual se han conformado en un grupo de apoyo, destacó Mercado.
"Soy un ser de luz", repite la instructora casi al final de la clase, para luego dar paso a un saludo al sol en el cual se respira y se intenta liberar malas energías para recoger las buenas. Con los brazos extendidos hacia el sol dominical termina la rutina que Matías define como sanadora.