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La Biblioteca Carnegie
Publicado por ELADOQUINTIMES
9 de abril de 2016


Por: Antonio J. Molina, Crítico de Arte y Pintor

Uno de los edificios más emblemáticos del Viejo San Juan es el de la antigua Biblioteca Carnegie, levantado en 1916 por el mecenas de ese nombre a petición de un Gobernador que era amigo suyo.

Desde 1962 tuve el placer de frecuentar la bella institución y por más de 25 años dirigí ad honorem (o sea, sin ganar un centavo), la espaciosa Sala de Exhibiciones en la planta alta donde organizamos cientos de actos culturales gratis para el público, lo cual convirtió a la biblioteca en un centro cultural de gran importancia por muchos años, que inclusive visitaban turistas.

En 1969 organicé el primer Salón de Humoristas de Puerto Rico que por 22 años fue la delicia del público y reunió lo mejor de este arte, que asi adquirió categoria – pues todavía “eso de los muñecos es pura broma”. Ahí tuvimos a Carmelo Filardi, Arroyito, Arturo Yépez, Ramón Cepero, Ismael Rodríguez, Díaz de Villegas, entre otros. Desde Roma me felicitó el ex Gobernador Don Luis Muñoz Marín, afirmando: “el Humorismo es la risa inteligente”.

En la Carnegie, tuve 36 “Conciertos UNESCO de Música de Cámara”, con los mejores músicos del patio. Busqué la asesoría gratuita de Jesús María Sanromá, Pepito Figueroa, el Maestro Egúrbida, José Martínez Cañas, Olga Iglesias y Héctor Campos Parsi. Don Ricardo Alegría y el Dr. Jose G. Oliver me enviaban pintores talentosos de la Escuela de Artes Plásticas para que mostraran su “opera prima” en las exhibiciones.
Mi coleccion privada de “ex libris” la doné integramente y se conoció como “El Museo de Ex Libris” y que llegó a tener ejemplares de 3 príncipes de Gales, de 3 Abades de la Edad Media, el “ex libris” del Rey Loco de Baviera y otros 70 muy antiguos.

La Biblioteca Carnegie fue el hogar de las primeras reuniones del Centro UNESCO de Cultura en 1973 y de la histórica exhibición de diseños de modas de varios modistos franceses, todos originales que doné al archivo de la Universidad del Sagrado Corazón, de la gran exhibicion de los escudos de varias ciudades de Puerto Rico, obra de Roberto Biascochea y Lota, de las primeras reuniones de la Academia de Estudios Heráldicos e Históricos, del Patronato del Teatro que llegó a dirigir Raúl Carbonell.

Aquí hubo varios certámenes de arte, dibujo, caligrafía, grabados y de fotografías, cuando se le tenía como oficio y no como auténticas obras de arte. El viejo Genaro Cautiño me decía que yo había “presentado en sociedad a su hijo Eduardo”, cuando hubo una muestra “a todo trapo” de sus impresos de la Edad Media… y mis dibujos “a mano alzada” en las paredes. Ahí podemos afirmar que “asistió el todo San Juan” con una alfombra roja que me prestó un floristero cubano que pusimos desde la acera, hasta la bella entrada con columnas de la alta biblioteca e iluminacion especial.

Policías armados puse con la exhibición de joyas antiguas, de viejas familias patricias. Esa fue otra muestra de la que la prensa escribió y era cuando los canales de televisión se ocupaban en cubrir actos culturales. Organicé una encuesta pública para poner en tarje, a las diez mujeres más importantes de Puerto Rico. Diez años más tarde, lo hice para escoger los quince poetas más recordados.

Dos buenas fiestas y en la última tuve para la bendición, al Arzobispo Roberto González Nieves. Como miembro que soy hace 14 años del Cuerpo Consular, el Cónsul de Italia me otorgó la medalla de dicho Cuerpo. He rendido aquí varios homenajes a personas que lo merecían, incluyendo viejos maestros, pintores, poetas, escritores y mecenas. Esperamos que pronto la Biblioteca Carnegie vuelva a abrir sus puertas y nos preste la riquezas de sus libros y sus acogedores salones plenos de historia y cultura.