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El Mundo
Jueves, 30 de julio de 1936 P.12

DE PUERTA DE TIERRA
La ingente obra de Sister M. de Lellis en Notre Dame

 

Muchas veces se ha dicho, y con razón que "la humildad es la verdad". Y ante la ingente obra de Sister M. de Lellis, del Convento de Notre Dame en Puerta de Tierra, hay que repetir la frase- "La verdad es la humildad."

Cuando se entra a un Jardín, para buscar la violeta, que es la más humilde de las llores: pero no por eso la menos bella, hay que ir a uno de los más apartados rincones: allí se la encuentra, huyendo, por decirlo así, del palpar de manos impiadosas, bella, pura, limpia, copiando en sus delicados sépalos el azul del cíelo, que es el azul más hermoso.

Para encontrar a Síster M. de Lellis, como a la violeta, hay que buscarla escondida en un rincón apartado del Jardín donde se cultivan las más bellas flores de la virtud; la pureza, la suavidad, la humildad, la caridad. Por que eso y más que eso es Sister M. de Lellis: caridad, humildad, suavidad, pureza.

Vedla: alta, delgada, blanca y pálida como la azucena, ataviada con su toga de Notre Dame, tiene el aspecto de una de esas santas que al andar no pisan el suelo, porque parece que han prestado a los pasos la suavidad de su ser; vedla rodeada del cariño y estimación de toda una comunidad que la ha proclamado su Ángel Tutelar, porque ha prodigado a manos llenas los bienes materiales y espirituales que proporcionan el contento y la satisfacción a todos.

Pudiéramos escribir mucho relatando la obra de Sister M. de Lellis en Puerta de Tierra; pero bastan algunas líneas para dar una idea de su ingente labor entre nosotras.

Slster M. de Lellis vino a Puerto Rico en 1919 como Superiora de las clases de costura, cuando el establecimiento estaba en el Colegio de San Agustín. De su obra en estas clases, hablan muy elocuentemente las muchas señoritas y señoras que ganan su sustento con la práctica en labores y costura adquiridas en el taller.

Cuando se instaló la Escuela industrial de Notre Dame, ella siguió al frente del establecimiento, donde hay niñas internas que se llaman Florecitas y muchas Jóvenes y señoras que ganan lo necesario para librar la subsistencia. En esta escuela se hacen primorosos trabajos en calado, bordado, etc. que son admirados por propios y extraños, especialmente por turistas que visitan el establecimiento para llevar preciosidades a sus casas.

Aparte de ésto que ocupa la mayor parte de su tiempo atiende además a un nursery para niños pequeños hasta la edad escolar y a una Estación de Leche donde trabajan varias jóvenes, pagando los sueldos que devengan una nurse y una ayudante para atender a los pobres de Puerta de Tierra.

Muy amiga de los pobres, siempre está rodeada de ellos y desea siempre estar con ellos y vivir para ellos; porque su corazón está todo con Cristo que fue el amigo de los pobres y el que santificó la pobreza.

Cuando se desencadenó sobre Puerto Rico el Ciclón de San Felipe, que tantos estragos causó, Sister M. de Lellis trajo alimentos y ropa de Estados unidos y ella misma en persona visitaba a los pobres, llevando a todos el consuelo, el alivio y el socorro que repartió entre todos con mano pródiga y diligente, consiguiendo levantar dos hospitales de emergencia para asilar a niños atacados de sarampión a raíz del expresado ciclón y en esos hospítales fue el ángel tutelar que visitaba de día y de noche los establecimientos llevando lo necesario para aliviar tantos dolores y enjugar tantas lágrimas. Puerta de Tierra entero tiene un sincero agradecimiento, que tiene su fuente en el corazón para ofrendarlo a esta noble y digna Sister de Notre Dame que ha sabido conquistar el aprecio y estimación de esta comunidad por sus revelantes prendas de caridad cristiana.

Las familiasas pobres de Puerta de Tierra, tantas veces visitadas; los pobres de Puerta de Tierra tantas veces socorridos, las niñas, las jóvenes, las señoras, las viudas, tantas veces aconsejadas y dirigidas, tienen para Sister M. de Lellis el testimonio más íntimo de hondo agradecimiento y lo expresan así en estos momentos en que la despedimos para Estados Unidos donde otros afortunados han de recibir tantos cuidados y tantas atenciones.

Sister M de Lellis, muy agradecidas estamos. ¡Que el Cielo os depare salud! ¡Adiós!

UNA CATÓLICA