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Miércoles 23 de febrero de 1876  p.2

EL TRANVÍA DE LA CAPITAL.


Tenemos entendido que un extranjero avecindado en esta ciudad trata de recabar del Gobierno permiso para establecer un tranvía ó ferrocarril urbano desde la capital á Rio-piedras. Ignoramos los detalles del expediente y las seguridades que da el empresario de realizar en el menor plazo posible su proyecto si, como esperamos, obtiene la autorización que solicita; pero si es viable la empresa, nosotros suplicaríamos al Excmo. Sr. Gobernador General procurase remover todos los obstáculos que se opusiesen á obra tan útil, pues son incalculables los beneficios que reportaría la ciudad de tener esta vía de comunicación rápida y barata.

En efecto, desde el momento en que se estableciera el tranvía, el problema del deseado ensanche estaría hasta cierto punto resuelto, porque nuevos edificios se levantarían en todo el trayecto que se extiende desde el puente de San Antonio hasta Rio-piedras y gran número de familias trasladarían su residencia eventual ó permanente á esos lugares deliciosos en donde se respira un ambiente más puro, con gran ventaja para la salud y comodidad públicas. La propiedad urbana cobraría valor en Cangrejos y Rio-piedras sin que perdiera nada la de la capital, pues sabido es que los edificios están aquí en demanda y hay mayor número de inquilinos que de casas. Con el tranvía, al cabo de algún tiempo se formaría una extensa calle en extramuros que sería a Puerto Rico lo que el Cerro y Jesús del Monte á la Habana,

Hoy, para vivir en Cangrejos y Río-piedras, hay que tener un coche propio, pagar caballeriza en la ciudad, y en fin, hacer un gasto muy superior al importe del alquiler de la mejor vivienda. Asi es que sólo á los ricos les es dado tener su morada fuera de la ciudad. El tranvía pondría las habitaciones rurales al alcance de todas las fortunas por modestas que fueran. Muchos pequeños capitales que actualmente permanecen retraidos é improductivos se emplearían en fabricar casas en la vía indicada y en el vecino pueblo de Rio-piedras, con provecho propio y de los artesanos que encontrarían trabajo bien retribuido, siendo susceptible esta empresa de causar una trasformacion completa en la manera de ser de la capital.

Todas las grandes ciudades están cruzadas de tranvías hasta por sus calles menos concurridas. La Habana no tiene calzada por donde no corran esos vehículos que, atestados de pasajeros, están en continuo movimiento. La Chorrera, el Paseo de Carlos III, el Puente de Chaves, el Cerro, Jesús del Monte, todos los más apartados barrios están unidos por el ferrocarril urbano que parte del punto más céntrico de la ciudad, de la calle de Aguiar entre Empedrado y Chacón. Por eso allí la población se ha aumentado prodigiosamente en extramuros: por eso la vieja ciudad está casi toda destinada al comercio y á oficinas y á viviendas la parte exterior, la cual ocupa cuatro veces más espacio que la antigua Habana, habiéndose unido multitud de pueblecillos que antes estaban pobres y aislados, como Cangrejos y Rio-piedras, alzándose en ellos multitud de soberbios edificios que anteriormente no existían.

Bien sabemos que toda empresa de este género perjudica al instalarse los intereses de algunos particulares, como los ferrocarriles perjudicaron á los propietarios de diligencias y á los arrieros; pero en cambio reportan grandes bienes á la generalidad de los habitantes, impulsan la riqueza pública, y por cada uno que reciba daño de la creación de tales empresas, se benefician ciento.

Muchas personas nos ruegan que agitemos este asunto del tranvía en nuestras columnas. La opinión pública está fija en él; y como siempre hay murmuradores, no faltan quienes atribuyan á obstáculos artificiales que suponen encuentra la empresa en algunas oficinas (lo que nosotros no creemos), el no haberse dado principio ya á las obras. Cuando se trata de una mejora tan trascendental debe prescindirse de todos aquellos requisitos que no sean indispensables para cumplir con la ley, á fin de que cuanto antes se lleve el proyecto al terreno de la práctica.

Escribimos sin datos. Ni hemos visto al empresario, ni nos hemos informado en los centros acerca del estado de este asunto. Cuando obtengamos los pormenores que hoy nos faltan volveremos á ocuparnos de materia tan importante. La capital se ha dejado adelantar por Mayagüez que ya tiene, sin hacerle tanta falta como á nosotros, ferro-carril urbano. Aprovechemos la ocasión que se nos presenta, pues no siempre hay capitales dispuestos á invertirse en empresas tan convenientes al público.